Ser estudiante implica pensar,
opinar criticar: ser partícipes de la realidad social, económica y política de
El Salvador, conservando siempre la independencia que la academia nos confiere,
formándonos en todo tema que nos permita reflexionar libremente: ejercer
nuestro derecho al conocimiento y la
participación.
Según la organización Human
Rights Action, democratizar la información consiste en hacer factible que
ideas, opiniones, diversidad cultural, saber y educación serán accesibles en
cualquier lugar, a cualquier hora y para todas y todos. Ello implica el
fortalecimiento de los derechos y la posición del ciudadano.
La democratización de la información,
fenómeno liberador como complejo, conlleva una enorme responsabilidad:
Que la manipulación por
conveniencia de la información por las iglesias, el Estado, el poder económico
y los partidos políticos será altamente obvia y por tanto, perderá la fuerza
que la ignorancia generalizada le ha conferido. Que la corrupción imperante en casi todos los
órganos de Estado, empresas y relaciones interpersonales podrá ser descubierta,
analizada y combatida. Que nuestra ahora pasiva visión respecto a las injusticias
y los abusos de poder cotidianos que nos rodean y rigen nuestra realidad
cambiará, para reconocerlas como tales y buscar soluciones reales y viables.
La democratización de la
información y el conocimiento, es sin duda alguna una tarea que a todos los
ciudadanos debe ocupar, sin embargo; los estudiantes tienen una enorme
responsabilidad en su instauración y avance.
La pregunta de rigor, la que más
debe preocuparnos y ocupar nuestro pensamiento es: ¿Cómo?
La época en la que nos ha tocado
desarrollar nuestra juventud, representa una invaluable oportunidad para
expresarnos con libertad. Dicho atributo en la comunicación e información,
consiste en un flujo sostenido de ideas, opiniones y saber, una condición
imprescindible para el desarrollo cultural, social, científico y económico de
la sociedad salvadoreña.
El internet hoy día, nos brinda
una plataforma desde la cual, podemos compartir cuanta información queramos y
adquirir cuanto conocimiento necesitemos. Sin embargo, el camino hacia un
acceso democrático y generalizado al Internet, parece ser largo: según el
informe de la CEPAL “Economía digital para el cambio estructural y la
igualdad”, el acceso a internet en las instituciones educativas de El Salvador
alcanza el 10%. Por otro lado, de acuerdo a SVNet, el porcentaje de
salvadoreños que tienen acceso a internet es de 20%.
Vale la pena preguntarnos
entonces, si deben buscarse alternativas acordes a la realidad de la mayor
parte de nuestra población. Vale la pena preguntarse además, ¿Cuál es nuestro
papel? Usted, que ha tenido acceso a la educación, ¿qué hará por darle el valor
que merece? Será la solución reproducir el sistema individualista, competitivo
y altamente egoísta, quedándonos con los conocimientos que a diario nos son
impartidos, o por el contrario: redoblar esfuerzos por la justicia y la verdad,
por el acceso irrestricto a la educación y la articulación de un proceso social
que permita el desarrollo del país.
La etapa post-revolución
sandinista conllevó una serie de reformas, muchas de las cuales estaban
íntimamente relacionadas con la educación de la población nicaragüense. Ser
estudiante (comprometido) en esa época, significó tomar los libros y partir en
grupo, dispersarse por el extenso territorio y llegar hasta la más lejana
comunidad a enseñar a leer, escribir y contar. ¿Qué ganó Nicaragua? Gran parte
de la población, sin distinción de clase social, domicilio y edad libre de
analfabetismo: Cuotas de libertad y pensamiento.
Según Irina Bokova, Directora
General de la UNESCO, los libros son una fuerza de paz y desarrollo que hay que
poner al alcance de todos. Son pilares de las sociedades del saber y están a la
vanguardia de la promoción de la libertad de expresión y de la educación para
todos.
Construir un sistema fundado en
la igualdad, respeto por los derechos de los demás y la justicia es el anhelo
de muchos. Sin embargo es una tarea imposible de realizar si no se cuenta con
una población activa, educada y participativa.
La educación infunde solidaridad
y respeto por los demás, valores y preceptos que difícilmente se asumen y se
practican en una vida sin acceso al conocimiento. Ciertamente, existen
conquistas sociales que pueden ganarse con cualquier tipo de personas, no
importando si estas entienden o no lo que ello conlleva, sin embargo; no se
puede construir un sistema justo, democrático e igualitario si quienes se
proponen luchar por dichas conquistas, carecen de educación y valores, o ambos
aspectos son sacrificados en el camino: el fin en este caso, no justifica los
medios (Gioconda Belli).
El estudiante salvadoreño, tiene
la enorme tarea de rescatar el valor del estudio, del conocimiento y del esfuerzo.
La subvaloración del estudio es un negocio consistente en la mantención del
sistema económico actual a través del no reconocimiento del esfuerzo que un
joven ha hecho por graduarse de un grado académico, ofreciéndole como única
oportunidad, un trabajo injusto y mal remunerado, que al ser estos la mayoría
generalizada, no permiten que el país se desarrolle. Es así como además, los puestos
estratégicos del Estado se encuentran ocupados por “cargos de confianza”,
personas capacitadas para obedecer y repetir, no para tomar decisiones
objetivas y en pro de los intereses de la población.
¿Se ha preguntado cuántas
personas como usted no tienen acceso a la educación? Ser estudiante en un país
como El Salvador es más que sentarse en un aula de clases, cumplir con sus
horarios, tareas y trabajos. Es una responsabilidad social.
Liliana Müller
@LiliMuller7
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