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Somos Jóvenes en Acción Política y queremos decirle a la sociedad en su conjunto que los Jóvenes queremos incidir positiva mente en la vida del país, no sólo somos drogas, fiestas y violencia, también somo capaces de dar nuestro aporte a los grandes problemas estructurales que posee nuestro querido El Salvador. Estamos para romper estereotipos de la juventud, estamos esperando que toda la juventud estemos completamente alineados en la misma forma de pensar porque luego seremos los conductores de la vida de este bello país

lunes, 24 de junio de 2013

¿SITUACIÓN O EXCLUSIÓN LABORAL?





 Según el Informe de Desarrollo Humano 1996 (PNUD, 1996), el empleo es la más fundamental de todas las oportunidades económicas. 

Sin embargo, los adultos no encuentran trabajo por motivos de edad, y los jóvenes no tienen acceso a uno por falta de ella y experiencia. Mientras tanto pareciera más rentable mendigar por las calles o limpiar parabrisas en las cercanías de alguna calle transitada.

        En la realidad salvadoreña, somos muchos a los que se nos ha negado el derecho al trabajo de muchas maneras, lo que puede considerarse parte de la “
exclusión laboral”, "exclusión de la juventud". Asimismo, de más está relacionar que el desarrollo humano de la persona, o de un grupo de personas, depende de manera significativa de la situación laboral o de empleo en la que se encuentra.  Y aún nos preguntan ¿como ven ustedes la realidad nacional? sabiendo que en una realidad social no solo a los jóvenes nos recibe llena de exclusiones y desigualdades; Cada vez más, la obtención de bienes y la satisfacción de necesidades (primarias o secundarias) están presentes a diario en la vida de los salvadoreños, con el objetivo de obtener un modo de vida cada vez más de calidad, más dignificante, y como eje de la sostenibilidad familiar. Sin embargo, como jóvenes vemos el crudo rostro de la exclusión laboral, que no solo es un reto para nosotros sino para miles de salvadoreños que la enfrentan día a día.


        La exclusión laboral, un fenómeno que se repite a diario cuando miles de personas (jóvenes, mujeres, mujeres embarazadas, personas discapacitadas...), en la búsqueda de empleo son rechazadas o excluidas a causa de las exigencias que un trabajo requiere, por discriminación de sexo, edad, o simplemente porque la búsqueda parece ser en vano. Estas exigencias, difíciles de alcanzar para la mayoría, vuelven la búsqueda de un trabajo honrado y que garantice como mínimo el alimento diario, algo que poco a poco muchos comienzan a considerar “imposible”.  Y la pregunta surge desde la Juventud ¿Graduarse para ver que la profesión no compensa los años de estudio o el gasto?, Por ello es que uno de los sectores más afectados y desanimados, es la población preparada (los jóvenes). Aquellos que con grados académicos medios o superiores, en su mayoría recién graduados, quedan en el “limbo de la población totalmente activa”, es decir que están en la edad productiva pero que pasan a ser desempleados por la falta de oportunidades en el mercado laboral en el país. Actualmente esto hace que el interés por la educación superior o incluso por la educación media se pierda. No obstante como país se siguen trayendo "inversiones" que demandan mano de obra "no profesional".

En los últimos años, según la ONU, 85 % de los migrantes salvadoreños,  huyen de la realidad laboral desesperante del país, (especialmente hacia Estados Unidos, edades rondan entre los 18 y 35 años de edad), sacrificando así esfuerzos académicos o profesionales y en busca de nuevas oportunidades. El hecho que muchos jóvenes en edad productiva decidan abandonar el país constituye uno de los problemas sociales más significativos. La migración representa el hecho que muchos jóvenes dejen de creer en El Salvador, y viajan con la esperanza de encontrar una vida mejor allá afuera, una vida que profesionalmente no desearon jamás.    

  ¿Pero si toda la fuerza profesional se va del país, quienes se quedarán para sacar al país adelante?

Muchos de los jóvenes que emigran tradicionalmente son aquellos que en su país no han tenido acceso a una educación de calidad, a buenos tratamientos de salud, a una buena alimentación… No obstante, la preocupación radica en que ahora "no solamente son ellos, sino varios profesionales". Esta realidad se acompaña de la inseguridad que se vive especialmente en zonas humildes y en las urbes de todo el país. Así, la exclusión social se hace evidente, y la sufrimos todos. Al existir sectores descuidados, nos preguntamos si ¿es un acto de exclusión no brindarle las mismas oportunidades a todos los ciudadanos? En cuanto a oportunidades, el salario representa una de las causas de migración más decisivas, ya que incluso habiendo una población preparada, especializada y tecnificada, en ocasiones se les remunera muy por debajo de un salario viable y digno para satisfacer necesidades. El gobierno en turno tiene la visión de que uno de los principales ejes de la pobreza es la escasez de trabajo. Según los indicadores de pobreza, en El Salvador se mantiene un nivel inaceptable. 

“Según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el porcentaje de personas que viven en pobreza por carecer de ingreso necesario es del 36.8 % a escala nacional, la precaria calidad de muchos empleos existentes y el crecimiento acelerado de subempleo, según el gobierno es el problema número a resolver.”

El problema en el que vivimos es estructural, es decir que, el tejido productivo de nuestro país está desgastado, imposibilitado para desarrollar nuevos empleos. La economía que en la última década pasó a ser terciaria, significa que los servicios como bienes de consumo se han vuelto la base de la productividad. 

Por lo tanto, El Salvador debe sacarle provecho a lo que sabe hacer, tanto como a sus recursos naturales y reparar la herida no solo tapando la cicatriz, sino actuando desde la raíz del inconveniente. Para eso, es necesario entonces que exijamos políticas públicas, no solo de carácter inclusivo, sino más bien dirigido propiamente a la juventud quien tiene la preparación más grande hoy en día, y a toda la población afectada por la exclusión laboral y social. 

Todos tenemos derecho a un empleo digno. Necesitamos innovar, crear y brindar oportunidades para todas esas personas que día a día viven el reto y para aquellos que aún guardan una esperanza en su país.



Por Marta Rodríguez.
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