SOCIEDAD CIVIL
(Por Dara Alvarez, @d14alvarez)
Según esta teoría podemos pensar que
Aristóteles encuentra una similitud, o quizás una diferencia, entre un hombre y
un animal. Se dice que el Hombre es la evolución, pero sin ir tan lejos, el
Hombre está dotado de algo más que los instintos: está dotado de razón.
Podríamos decir entonces que el Hombre es similar al animal por
características físicas o más bien científicas, pero si entramos en el ámbito
que nos interesa, podemos decir que el Hombre se “diferencia” del animal por
varias razones. ¿Qué fue lo que llevó a Aristóteles a nombrar al hombre como un
animal “político”? ¿Es acaso entonces el carácter “político” que diferencia al
animal del Hombre?
“Lo político” o “la política” son dos nociones que dan lugar
a un sujeto problemático, el cual aún no se logra diferenciar correctamente en
el campo social. Por un lado, “la política” define la acción política, la vida
política que se basa en los desafíos por la conquista del poder. Y por el otro,
“lo político” define un campo social de contradicciones, intereses,… regulados
por un poder, titular de la “coerción legítima”,
es decir por aquel poder al que le es legítimo amenazar con el uso de violencia.
Habiendo definido estas nociones, cabe recalcar que la o lo político actúa
sobre una sociedad. En este caso, podríamos preguntarnos si Aristóteles no
habrá pensado en caracterizar el Hombre como “animal político” por el hecho que
estamos dotados de razón, ¿puede ser también por el hecho que somos individuos
sociales?
El individuo vive en sociedad, eso
es un hecho. Según autores, como por ejemplo Emile Durkheim, o la corriente
holística, ya sea el individuo es quién hace la Sociedad y esta es más que solo
una adición de individuos; o en el caso contrario, es la Sociedad que hace al
individuo. Así como ellos, muchos
autores y corrientes contrastan, pero en lo que aquí cabe: estamos de acuerdo
que el Individuo pertenece a una Sociedad, también a una “sociedad civil”.
La “sociedad
civil”, en la historia del pensamiento político universal, moderno y
contemporáneo ha sido concebida diversamente y como un tópico que no todos
logran comprender adecuadamente. Una de sus definiciones, por el filósofo
liberal John Locke, concibe la sociedad civil como una situación en que los
individuos establecen entre sí relaciones permanentes y de sana convivencia,
con el fin de perseguir intereses particulares. Esta dinámica relacional
conlleva a la numerosa formación de instituciones sociales, entre las cuales
aparece el Estado, cuya función principal es normar la convivencia dentro de la
sociedad.
La sociedad civil podría plantearse también como un “grado de
madurez” de la sociedad, en la que ideológicamente todos deberíamos de
disfrutar de los derechos que nos corresponden en cuanto a hombres y
ciudadanos. Cabe constatar que la sociedad civil no es un grupo de personas
reunidas con un rotulo que los denomina “Somos la Sociedad Civil”. Si no, la
sociedad civil es la acción llevada a cabo día a día en el desafío por la
persecución de esos intereses particulares.
En el caso de El Salvador, el tema de la sociedad civil es reciente,
pero ha logrado entrar al lenguaje político y del análisis social (después de
los Acuerdos de Paz en enero de 1992), aún más actualmente. En los últimos diez años, la necesidad de cambios
sociales y la exigencia de actores sociales que los promuevan nos han llevado a
dirigir la atención a esta indefinida sociedad civil, por el hecho que, por lo
menos en casi todos los países en desarrollo, el Estado no ha sabido cumplir
con su responsabilidad social, al ser históricamente corrompido. Esta exigencia
de actores sociales de parte de la sociedad puede verse a través de numerosos
movimientos políticos, humanitarios, sociales, económicos… sin fines lucrativos
que actualmente se han creado y formado. Estos grupos son creados por los
mismos individuos sociales para hacer posible la realización de nuevas ideas,
cambios, nuevos ideales, que nosotros mismos queremos ver en la sociedad. En El
Salvador como en muchos otros países de América latina, y a nivel internacional,
la juventud está empezando a convertirse en uno de los grandes actores sociales
y a representar un peso muy grande para el futuro de nuestra sociedad. La voz
de los jóvenes es la acción y actúan en función de su “ideal”. Esta actúa para
que el Estado los “escuche” y tome en cuenta el mensaje que quieren transmitir;
a través de un comportamiento determinado, como por ejemplo la propaganda en
las redes sociales o publicaciones. De aquí en adelante, la sociedad civil se
ve unida por un mismo ideal, el de renovar y cambiar la política de nuestro país.
Se dice que el que quiere algo debe
buscar las maneras de lograrlo y simplemente hacerlo. Gracias al nivel
intelectual contemporáneo y requerido hoy en el mundo profesional, esta “de
moda” lo que se relaciona, complejamente, con el bienestar del ciudadano, ya
que históricamente, en los países en desarrollo muchas veces se ha querido lo
que no se puede tener y los políticos se han equivocado en el orden de las
prioridades del país. Lo que quiere la juventud ahora, lo que queremos ahora,
es que cada individuo sepa desde lo que está pasando en el país, hasta cuáles
son sus derechos y sus obligaciones, con el fin de ir tras el mismo interés: el
cambio y la renovación.
Lógicamente,
para muchos teóricos de la sociedad civil, esta confianza en la misma parece un
contrasentido, pero la misma imposibilidad de salir de la crisis nos empuja y
nos motiva ahora a reflexionar sobre las potencialidades que encierra la
sociedad civil. De esta motivación nace la preocupación por re conceptualizar
la sociedad salvadoreña y plantearle nuevos desafíos, política y socialmente
hablando.
En El
Salvador, uno de los hechos, es que no se ha desarrollado ni inculcado la
instrucción sobre lo que pasa en el país. La mayor parte de la población se
deja llevar por el hilo de los medios de comunicación o lo que escucha a su
alrededor. Muchas campañas hoy en día se están llevando a cabo, como por
ejemplo, entre otros, la campaña para obtener el Documento Único de Identidad (DUI)
para poder ejercer el derecho al voto, con el fin de luchar contra eso.
El tema
del voto es un buen ilustrador y algo bastante complejo en nuestro país, ya que
mucha gente se ausenta en las urnas durante las votaciones, por diversas
razones entre las cuales está la pérdida de confianza y esperanza en el
gobierno. Se trata de inculcar que el voto es un derecho que todo salvadoreño y
ciudadano en el mundo debe ejercer, por el simple hecho que es el medio por la
cual el individuo se expresa, políticamente hablando. Muchos autores insisten
en el voto como medio de expresión política, mismo si el voto fuera “blanco” o
“nulo” también tiene un significado político. Yendo más lejos, son muchos otros
factores los que contribuyen a ver el cielo cada vez más negro y no creer que
El Salvador será algo más de lo que ahora es.
Re contextualizando, entonces Aristóteles pensó al
hombre como un “animal político” quizás porque somos animales pero a la vez
individuos sociales, formando a la vez todos juntos una sociedad civil. Siendo
esta un conjunto de personas físicas y morales persiguiendo y desafiando por
intereses particulares… sí tenemos un futuro, sí tenemos esperanza, sí tenemos
los medios, sí tenemos las ideas. Todas las nuevas ideas deben adaptarse a las
nuevas realidades que corresponden al país, como decía José Martí: “En plegar y moldear esta el arte
político”.
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