Los seres Humanos por naturaleza, tenemos la necesidad de creer en una fuerza superior a nosotros que controla nuestro universo. Ya esta sea una deidad, un dios, simplemente una fuerza cósmica o la misma lógica.
Así también, se han creado diferente formas de rendirle respeto mediante diversos cultos a estas deidades. A estas actividades se les denomina como “Religiones”, en un número igual de grande como pueblos hay en el mundo.
En los medios de comunicación se oye con frecuencia sobre "fundamentalistas" que cometen acciones agresivas contra sus oponentes y tratan de imponer sus rígidas leyes religiosas a los demás conciudadanos. Se habla de "fundamentalismo religioso" refiriéndose más que todo a las sectas.
Un ensayo redactado en la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas Venezuela, define el “fundamentalismo como: “un fenómeno que surge a menudo dentro de las tradiciones religiosas judía, cristiana y musulmana en reacción a cambios culturales abruptos, la desorientación espiritual de los fieles, el excesivo materialismo y la secularización. Los fundamentalistas se sienten amenazados en el mundo dominado supuestamente por poderes malignos y buscan respuestas simplistas, autoritarias y moralizantes para crear un nuevo orbe, donde puedan vivir en paz, según las normas ancestrales de su religión.”
Pero cuando en una sociedad, dos corrientes fundamentalistas chocan, este choque generalmente se convierte en odio y resentimiento hacia el supuesto enemigo. Creando entre su propio circulo personal una imagen perversa y errónea hacia la corriente diferente, asegurando así que sus seguidores, sientan de la misma manera, “protegiendo” así su estilo de vida y su “verdadera fe”.
"Las cosas más atroces conocidas por la humanidad fueron perpetradas por aquellos que pensaban, profesar la verdadera religión, la única posible para llegar al paraíso".
En El Salvador no estamos exentos de este problema. Constantemente se escuchan chistes, comentarios, frases peyorativas hacia diferentes religiones. De Católicos hacia Protestantes, de Protestantes hacia Católicos, por mencionar algunos. O de intelectuales ridiculizando las desfasadas creencias de la mayoría y la mayoría atacando y llamando impuro a los que creen en una lógica científica.
Personalmente, desde que era un niño pequeño, fui el objeto de muchos de estos ataques que venían de los padres de muchos de mis amigos y de mis profesores, puesto que yo soy un católico y ellos no. Lo cual me hizo sentir un ser extraño en un mundo común.
En algún momento incluso me avergoncé de mi religión.
Un domingo después de misa, mis padres habían salido a comprar algo de comida. Y en la puerta se encontraba alguien que cambio mi vida. Ese día por algo que no entendí, le abrí la puerta a un Testigo de Jehová, era de lo más inusual para mí y de la nada le empecé a contar sobre mi problema. Él me dijo: “Yo sé cómo te sientes. A mí me duele cuando la gente me cierra la puerta en la cara. Ese desprecio duele.”
Esa platica cambio mi vida. Honestamente sigo siendo un católico ferviente, con una fascinación para estudiar sobre todas las religiones que pueda encontrar. Pero entendí algo que nunca olvidare mientras viva y espero enseñárselo a mis hijos algún día.
El Derecho de una persona, termina cuando empieza el derecho de otra. Con eso en mente… ¿Qué derecho tenemos nosotros para dictar como vive alguien más su propia vida? El que creamos que nosotros tenemos el camino hacia la verdad, no significa que este lo sea para la persona que tenemos a la par.
En las palabras de Benito Juárez: “El respeto al Derecho Ajeno es la Paz.”
Por Edgar Menjívar.
(@Romeos_Heir)
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